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Leyendas de desapariciones misteriosas han surgido por todo el mundo. Sin lugar a dudas, el incidente mĆ”s famoso de la historia norteamericana es el destino desconocido de los ciudadanos de la colonia de Roanoke, que fueron vistos por Ćŗltima vez en 1587, pero un caso aĆŗn mĆ”s inexplicable se refiere al paradero de los mĆ”s de 30 hombres, mujeres y niƱos que supuestamente desaparecieron sin dejar ni rastro, de un pueblo de pescadores Inuit en la primera mitad del siglo 20.

El lago de Anjikuni (tambiĆ©n escrito Angikuni) se encuentra a lo largo del rĆ­o Kazan en la remota regiĆ³n de Kivalliq, CanadĆ”. El Ć”rea estĆ” llena de leyendas de espĆ­ritus del bosque y animales daƱinos, como el Wendigo, pero tan fascinante como estos cuentos, es el misterio terrible que rodea a la desapariciĆ³n colectiva de los habitantes de un pueblo que una vez viviĆ³ en la orilla pedregosa de las aguas gĆ©lidas del lago Anjikuni.

Pero comencemos desde el principio. Una noche frĆ­a, en noviembre de 1930, un cazador de pieles con el nombre de Joe Labelle se dirigĆ­a al poblado Inuit en busca de refugio del intenso frĆ­o, un lugar caliente donde pasar la noche.

Labelle habĆ­a visitado la zona antes y sabĆ­a que era una bulliciosa villa pesquera llena de tiendas de campaƱa, chozas y amables lugareƱos. Cuando se acercaba les gritĆ³ un saludo y el Ćŗnico sonido que volviĆ³ a Ć©l era la de su propio eco, solo se oĆ­a el crujido de sus raquetas de nieve a travĆ©s de la escarcha helada.

Labelle se tensĆ³. Ɖl tenĆ­a un instinto muy experimentado y podĆ­a sentir que algo andaba mal

Labelle podĆ­a ver las siluetas de las chozas bajo la luna llena, pero no vio a gente bulliciosa ni sintiĆ³ ladridos de los perros de trineo, ni cualquier otro signo de vida.

Incluso dentro de las chozas, los sonidos de la risa y la conversaciĆ³n fueron reemplazados por un silencio sepulcral. Labelle tambiĆ©n notĆ³ con escalofrĆ­o que no habĆ­a una sola chimenea de la que saliera humo. Pero entonces vio a un crepitante fuego en la distancia.

Labelle, haciendo todo lo posible para mantener la calma, acelerĆ³ el paso y se dirigiĆ³ hacia las brasas que se apagaban en la distancia, deseoso de encontrar alguna huella de humanidad. Cuando el cazador llegĆ³ a las llamas vio que no habĆ­a nadie, pero en las brasas habĆ­a un guiso quemado que lo desconcertĆ³ aun mas.

Un cazador veterano - despuĆ©s de haber pasado gran parte de su vida cazando solo en bosques oscuros y de difĆ­cil acceso - no es probable que se asuste con facilidad, pero no es difĆ­cil imaginar que estarĆ­a baƱado en un sudor frĆ­o cuando pasĆ³ junto al corazĆ³n del pueblo fantasma, preguntĆ”ndose quĆ© le habĆ­a sucedido a sus habitantes.

Labelle metĆ³dicamente empezĆ³ a comprobar todas las chozas con la esperanza de encontrar signos reveladores de un Ć©xodo masivo, pero, muy a su pesar, descubriĆ³ que todas las cabaƱas tenĆ­an los alimentos y las armas que nunca hubieran sido abandonados por sus dueƱos. En una vivienda se encontrĆ³ una olla de estofado de caribĆŗ en la que habĆ­a crecido moho y un trozo de piel de foca que se encontraba abandonada en una litera con una aguja de hueso todavĆ­a incrustado en ella, como si alguien hubiese abandonado a su trabajo, a mitad de la puntada.

Ɖl incluso inspeccionĆ³ el almacĆ©n de pescado y se dio cuenta de que sus suministros no se habĆ­an agotado. En ningĆŗn lugar habĆ­an signos de lucha o de caos y Labelle sabĆ­a muy bien que irse de un pueblo perfectamente habitable, sin fusiles, alimentos o ropa serĆ­a absolutamente impensable, no importa cuĆ”les sean las circunstancias que hubieran obligado a la tribu a emigrar de forma espontĆ”nea.

Labelle intento averiguar quĆ© direcciĆ³n tomaron los esquimales en su exodo. A pesar de que la salida de los aldeanos parecĆ­an haber sido relativamente reciente y precipitada, no pudo encontrar ningĆŗn rastro de su marcha.

Cansado como estaba, Labelle simplemente estaba demasiado asustado para quedarse en este pueblo vacĆ­o. A pesar de que tenĆ­a que renunciar a las comodidades de los alimentos, abrigo y refugio, el trampero considerĆ³ que el riesgo de quedarse era demasiado grande y decidido irse a una oficina de telĆ©grafos ubicada a muchos kilĆ³metros de distancia, no sea que lo que les paso a los aldeanos le pasara a Ć©l.

El agotado Labelle, finalmente entrĆ³ tambaleĆ”ndose en la oficina de telĆ©grafos y en pocos minutos mando un mensaje de emergencia al cuartel mas cercano de la Real PolicĆ­a Montada del CanadĆ”.

La PolicĆ­a Montada llegĆ³, varias horas despuĆ©s, Labelle se habĆ­a calmado lo suficiente como para contar su inquietante historia .

En el libro “The World’s Greatest UFO Mysteries” de Roger Boar y Nigel Blundel escrito en 1984 , en su camino hacia el lago Anjikuni la PolicĆ­a Montada se detuvo en una cabaƱa a descansar, en la que vivĆ­an el cazador Armand Laurent y sus dos hijos. Los funcionarios explicaron a sus anfitriones que se dirigĆ­an a Anjikuni para hacer frente a: "Un problema"

La PolicĆ­a Montada preguntĆ³ si los Laurents habĆ­a visto algo inusual durante los Ćŗltimos dĆ­as, y el cazador se vio obligado a admitir que Ć©l y sus hijos habĆ­an visto un extraƱo objeto brillante volando por el cielo tan sĆ³lo unos dĆ­as antes. Laurent afirmĆ³ que la enorme, "cosa" parecĆ­a cambiar de forma ante sus propios ojos. El objeto estaba volando en direcciĆ³n a la aldea en Anjikuni.
La PolicĆ­a Montada salio de la casa Laurent poco despuĆ©s, y continuaron su viaje. 

Una vez que llegaron al lugar, la PolicĆ­a Montada no sĆ³lo confirmo el testimonio de Labelle sobre la situaciĆ³n del pueblo, ademas - segĆŗn algunas fuentes - hicieron un descubrimiento, aĆŗn mĆ”s misterioso, en las afueras de la comunidad.

Varios testimonios relatan que los funcionarios se alarmaron cuando se tropezaron con una gran cantidad de tumbas abiertas en el cementerio del pueblo. De hecho - si hacemos caso a los relatos - cada tumba habĆ­a sido abierta y, aĆŗn mĆ”s extraƱo, vaciada.
Otros informes afirman que era simplemente una sola tumba la que fue violada. De cualquier manera, es un tabĆŗ para los Inuit profanar una tumba , ¿por quĆ© se desenterraron esos cuerpos?

Para agregar una pizca extra de "misterio", testigos afirmaron que la tierra alrededor de la tumba estaba congelada. Estos informes tambiƩn sugieren que la tierra habƭa sido apilada ordenadamente al lado de las tumbas, lo que confirmaba que no habƭan sido animales.

Durante la bĆŗsqueda no hay pistas adicionales sobre el paradero de los aldeanos, pero otro macabro hallazgo fue hecho.

SegĆŗn los informes, no menos de 7 (aunque algunos dicen que 2 o 3) cadĆ”veres de perros fueron descubiertos cerca de 90 metros de distancia desde el borde de la aldea. De acuerdo con los patĆ³logos canadienses, estos perros desafortunados murieron de hambre, despuĆ©s de lo cual fueron cubiertos por las ventiscas de nieve, que los enterraron cerca de 3 metros de profundidad.

¿Por quĆ© estos animales murieron de hambre, cuando estaban rodeados por chozas llenas de comida?. No hay un solo informe, que afirme que los animales estuvieran atados, lo que explicarĆ­a su incapacidad para buscar comida, pero esto no resuelve el problema de por quĆ© sucumbieron tan rĆ”pidamente. La lĆ³gica parece dictar que no habrĆ­an tenido tiempo de morir de hambre entre el momento de la desapariciĆ³n colectiva y la llegada de Labelle, quien encontrĆ³ la comida todavĆ­a ardiendo en el fuego.

Esto plantea la pregunta: ¿los habitantes del pueblo dejaron a sus propios perros pasar hambre deliberadamente antes de desaparecer?. Estos perros son muy valiosos y su existencia era esencial para la supervivencia del pueblo. Entonces, ¿quĆ© pasĆ³?.

Como si esta historia no es ya suficientemente extraƱa, los policƭas informaron de luces extraƱas, azuladas brillando sobre el horizonte por encima del pueblo. Los hombres coinciden en que este espectƔculo de luz inusual no se parecƭa a la aurora boreal.

DespuĆ©s de dos semanas de investigaciĆ³n, la PolicĆ­a Montada llegĆ³ a la conclusiĆ³n de que los aldeanos se habĆ­an ido por lo menos hacia dos meses. Esto presenta otra pregunta, si los esquimales realmente habĆ­an abandonado sus hogares ocho semanas antes, entonces ¿quiĆ©n fue el responsable de hacer el fuego que Labelle vio cuando llegĆ³ por primera vez al pueblo?.

La prensa Canadiense rĆ”pidamente se hizo eco con portadas sensacionalistas como esta del 29 de noviembre 1930 en la ediciĆ³n del "Herald de Halifax" con el tĆ­tulo sin lugar a dudas sensacionalista: "tribu perdida en el Norte - Pueblo fantasma encontrado por el trampero, Joe Labelle.

Labelle no escatimĆ³ palabras al describir su descubrimiento a los periodistas:

“SentĆ­ de inmediato que algo andaba mal ... A la vista de los platos cocinados, yo sabĆ­a que habĆ­a ocurrido algo durante la preparaciĆ³n de la cena. En todas las cabaƱas, me encontrĆ© con un fusil apoyado junto a la puerta y un esquimal no va a ninguna parte sin su arma ... ComprendĆ­ que algo terrible habĆ­a sucedido. "

Por supuesto, no pasĆ³ mucho tiempo antes de que la AsociaciĆ³n de Periodistas de noticias daba a conocer esta historia asombrosa en sus diarios y los lectores de todo AmĆ©rica del Norte leyeron un relato de primera mano de lo que serĆ­a, sin duda, el mĆ”s grande misterio sin resolver jamĆ”s investigado por la Real PolicĆ­a Montada. 

Frank Edwards

DespuĆ©s de un tiempo en los medios de comunicaciĆ³n, este extraƱo suceso fue archivado bajo un montĆ³n de casos sin resolver hasta 1959, cuando el periodista y escritor, Frank Edwards, desenterrĆ³ la historia y la incluyĆ³ en su tomo "Stranger Than Science". Edwards no era proclive al sensacionalismo y no hay referencias de que este reportero se inventara historias, pero de eso es de lo que lo acusĆ³ la Real PolicĆ­a Montada en su pĆ”gina web sobre este misterioso caso.

De acuerdo con la Real PolicĆ­a Montada , Edwards inventĆ³ todo el asunto para su libro y que no hay tal caso, nunca se produjo. Tal como aparece en la pĆ”gina web de la Real PolicĆ­a Montada: 

"La historia de la desapariciĆ³n en 1930 de un pueblo inuit cerca del lago Angikuni no es cierto. Un autor americano de nombre Frank Edwards es supuestamente el creador de esta historia en su libro. Se ha convertido en una historia popular del periodismo, repetidamente publicado y mencionado en libros y revistas. No hay evidencia, sin embargo para apoyar una historia. Un pueblo con una poblaciĆ³n tan grande no habrĆ­a existido en un Ć”rea tan remota de los Territorios del Noroeste (62 grados de latitud norte y 100 grados oeste, a unos 100 km al oeste de Punta esquimales). Por otra parte, la PolicĆ­a Montada que patrullaba la zona no registraron eventos adversos de cualquier tipo y tampoco lo hicieron cazadores locales o misioneros. " 

Yo serĆ© el primero en admitir que hay una clara posibilidad de que el caso de los desaparecidos inuits no sea mĆ”s que una fĆ”bula. No puede haber duda de que el recuento de las personas desaparecidas ofrecido en muchos informes, entre ellos , The World’s Greatest UFO Mysteries” de Roger Boar y Nigel Blundel que sitĆŗan la cifra en una friolera de 2.000 personas, han sido masivamente exagerados, pero parece como si la Real PolicĆ­a Montada tuviera una postura un poco despectiva, por no hablar simplemente incorrecta.

Para empezar, como se mencionĆ³ anteriormente, los primeros relatos conocidos de este evento fueron publicados antes de 1959,esto significa que no hay manera de que Frank Edwards se hubiese inventado esta leyenda. TambiĆ©n hay registros de al menos dos investigaciones separadas del suceso hechas por los miembros de la PolicĆ­a Montada. 

La primera investigaciĆ³n -hecha por la PolicĆ­a Montada que respondieron al informe inicial de Labelle – fue hecha el 17 de enero de 1931, pocos meses despuĆ©s del evento en cuestiĆ³n. El hombre a cargo del caso era un oficial de la PolicĆ­a Montada con el curioso nombre de sargento J. Nelson.

Nelson empezĆ³ a interesarse por los informes extraƱos provenientes de la regiĆ³n y decidiĆ³ hacer lo que Ć©l calificĆ³ como: "las investigaciones diligentes de diferentes fuentes," pero no estĆ” claro si por su investigaciĆ³n fue sancionado por la Real PolicĆ­a Montada. Nelson declaro: ". No encuentro fundamentos para esta historia"

De acuerdo con informaciĆ³n obtenida por Chris Rutkowski y Dittman Geoff en su libro "The Canadian UFO Report: " la declaracion de Nelson se basan en una Ćŗnica conversaciĆ³n que tuvo con el propietario no identificado de la factorĆ­a Lagos Windy quien le dijo que Ć©l no habĆ­a oĆ­do hablar de la aldea abandonada a ninguno de los cazadores que pasan por su tienda".

El dueƱo de la tienda incluso fue tan lejos como para decir que Ć©l habĆ­a oĆ­do que Labelle originalmente provenĆ­an del sur, del Territorio del Noroeste y que nunca habĆ­a estado mas cerca de 100 millas de Lago Angikuni. SegĆŗn Nelson:

"Joe Labelle, el cazador que han relacionado con la historia de el corresponsal Emmett E. Kelleher, se considera que es un reciƩn llegado a este paƭs ... y existen ciertas dudas en cuanto a si ha estado alguna vez en estos territorios".

Nelson lanzo calumnias contra la integridad periodĆ­stica de Kelleher, indicando que tenĆ­a un "hĆ”bito de escribir historias pintorescas del Norte y muy poca credibilidad se puede dar a sus artĆ­culos." Ademas admitiĆ³ que no habĆ­a entrevistado al periodista, pero afirmĆ³ que tenĆ­a la intenciĆ³n de hacerlo tan pronto como la oportunidad se lo permitiera.

No sabemos si hablo con Labelle o si viajo a Angikuni para investigar el sitio por sĆ­ mismo. Uno debe asumir que el estado de la aldea no habĆ­a cambiado mucho en los 2 meses desde que Labelle saliĆ³ a trompicones de allĆ­ en estado de pĆ”nico. A pesar de que Nelson parecĆ­a que hizo sus informes de oĆ­das, puso fin a su investigaciĆ³n afirmando que:

"El caso de la aldea desaparecida se basa en la historia de un cazador inexperto y de un periodista imaginativo".

No hace falta decir que para los escĆ©pticos esto es el fin de la historia, pero uno debe plantearse cuanto de metĆ³dica fue la investigaciĆ³n del sargento J. Nelson

TambiĆ©n vale la pena mencionar que sĆ³lo porque Ć©l nunca hablĆ³ con nadie que pudiera confirmar el evento con sus propios ojos no constituye una prueba de la no-existencia del caso.
Uno necesita mantener un escepticismo hacia ambos lados, tanto los que apoyan las teorĆ­as no convencionales, asĆ­ como a aquellos que se esfuerzan para desacreditar cualquier prueba, por razonable que parezca.

En noviembre de 1976 la ediciĆ³n de la revista Fate Magazine, este misterio se sacudiĆ³ el polvo en un artĆ­culo titulado: "Vanished Village Revisited" por Whalens Dwight. El artĆ­culo confirmaba que no habĆ­a registros que mostrasen que la Real PolicĆ­a Montada habĆ­a investigado el caso de nuevo en 1931.

La policĆ­a sĆ­ admitiĆ³ el descubrimiento de un asentamiento deshabitado, pero que considerĆ³ que se produjo un abandono temporal o permanente del sitio, sin matices misteriosos y (quizĆ”s convenientemente) declarĆ³ cerrado el caso. Si bien se sabe que muchas tribus inuit eran todavĆ­a semi-nĆ³mada, en la dĆ©cada de 1930, nunca han abandonado sus hogares - ya sea temporal o permanente - en pleno invierno, sin sus armas preciadas y las disposiciones esenciales.

Cuando uno estudia este caso, es difƭcil culpar a los agentes del orden por querer distanciarse de un caso enigmƔtico con mƔs de 70 aƱos de edad.

Bien, asĆ­ que si aceptamos que por lo menos 30 personas desaparecieron en ese fatĆ­dico dĆ­a, la gran pregunta es ...

¿QuĆ© pasĆ³?

Ahora todo lo que queda es el acertijo colosal de quiĆ©n o quĆ© era en realidad responsable de la desapariciĆ³n de estas personas en 1930. Esto siempre ha sido el mayor punto de controversia entre quienes creen que la tribu Anjikuni desapareciĆ³ misteriosamente.

Es difĆ­cil imaginar quĆ© tipo de fuerza podrĆ­a obligar a una tribu de esquimales a abandonar la seguridad de sus hogares sin tener las herramientas, alimentos, armas y perros necesarios para su supervivencia en el duro clima de la tundra. El hecho de que no hubiera signos de lucha sĆ³lo incrementa este misterio ya inexplicable.

Si los esquimales de Anjikuni fueron asesinados o llevados por la fuerza, entonces seguramente habrĆ­a habido alguna indicaciĆ³n de la refriega. Esto, combinado con el hecho de que un explorador experimentado no pudo encontrar ninguna indicaciĆ³n de la ruta que tomaron al dejar su pueblo ha dejado perplejos los investigadores durante dĆ©cadas.

AsĆ­ que si no podemos encontrar una explicaciĆ³n lĆ³gica, entonces nos vemos obligados a empezar a buscar teorĆ­as fuera de toda lĆ³gica. En esta lĆ­nea viene la primera - y en muchos sentidos, la mĆ”s popular - teorĆ­a, y es que los habitantes del pueblo fueron las vĆ­ctimas de ... 

Abduccion Extraterrestre:

En la segunda mitad del siglo 20, los ufĆ³logos especularon que los habitantes de esta aldea remota de CanadĆ” bien podrĆ­a haber sido las vĆ­ctimas inocentes de una de los mĆ”s grandes secuestros alienĆ­genas en masa de la historia. Esta hipĆ³tesis se basa en gran parte en la observaciĆ³n de los Laurents de un extraƱo objeto brillante, que se dirigĆ­a hacia Anjikuni, asĆ­ como las extraƱas luces azules vistas por la PolicĆ­a Montada en el cielo nocturno por encima del pueblo.

Mientras que la evidencia que apoya esta teorĆ­a es circunstancial, la idea es interesante ... asĆ­ como absolutamente horripilante. Hay que admitir que sĆ³lo pensando en la idea de extraterrestres descendiendo y llevĆ”ndose a la poblaciĆ³n entera de un pueblo es de las mas grandes pesadillas.

Por un lado, esto explicarĆ­a cĆ³mo cada alma viviente del pueblo logrĆ³ que se evaporase sin dejar rastro - al parecer, en el ejercicio de las tareas diarias - sin ni siquiera una huella para demostrarlo. Por otro lado, podrĆ­amos estar dando a nuestros compaƱeros celestiales una mala reputaciĆ³n sĆ³lo con un objeto extraƱo y algunas luces vagas como prueba.
Bueno, por lo que si descartamos los extraterrestres, entonces tenemos que hacer frente a una hipĆ³tesis aĆŗn mĆ”s inquietante, que pone adelante la idea de que los Inuits cayeron presa de un ...

Ataque de un Demonio :

Labelle se dijo a los periodistas que creĆ­a que la gente de Angikuni estaban desaparecidas debido a un encuentro con: ". El espĆ­ritu del mal de los esquimales, Tornrark"

La entidad demonĆ­aca a la que Labelle se refiere parece ser un error ortogrĆ”fico de "Torngarsuk" - tambiĆ©n conocida como: "Torngasak, Tornatik, Torngasoak, Tungrangayak y Tor-nar-suk" - que, segĆŗn la leyenda inuit, es una deidad del cielo poderoso que es el lĆ­der de una legiĆ³n de espĆ­ritus malignos. Vale la pena seƱalar que Labelle, un desconocido se supone de la regiĆ³n, estaba lo suficientemente familiarizado con sus pueblos indĆ­genas y sus costumbres para mencionar una de sus entidades mĆ”s malĆ©ficas por su nombre.

Se dice que es invisible para todos, menos para los chamanes inuit - que eran conocidos por recitar conjuros y hacer sacrificios de animales con el fin de mantener a esta entidad llamada "gran diablo" en la bahĆ­a. Este ser maligno se dice que aparece en ocasiones en forma de animal, como la que de un oso. ¿PodrĆ­a ser que los nativos Angikuni llegaron a creer que uno o mĆ”s de sus perros de trineo eran realmente encarnaciones de esta bestia?. ¿Es por esto que se les dejĆ³ morir de hambre? La premisa es delgada, pero no puede descartarse totalmente.

Si descartamos a los demonios, existe la posibilidad de que pudiƩramos estar tratando con una criatura sobrenatural, como ...

Vampiros:

No es mi favorita. De hecho, esta especulaciĆ³n salvaje se deriva de la lectura de "30 Days of Night" de Steve Niles y Ben Templesmith.

Sin embargo, cuando se expone a la oscuridad prolongada que se produce cuando se vive tan al norte en la tierra, ¿quiĆ©n sabe quĆ© clase de bestias insidiosas se puede encontrar? Sin embargo, la falta de sangre o cualquier otro signo de lucha en la escena del "crimen", parece contrarrestar esta sugerencia.

AsĆ­ que si no estamos tratando con los alienĆ­genas, demonios o vampiros modernos forestales que asolan el pueblo con su ira, entonces debemos considerar la posibilidad de que simplemente se metieron en ...

Otra dimensiĆ³n:

Los registros histĆ³ricos estĆ”n llenos de historias de personas que simplemente desaparecieron misteriosamente.

Tomemos el caso raro de OriĆ³n Williamson - un agricultor de Selma, Alabama - quien se dice que se desvaneciĆ³ en el aire delante de su esposa, su hijo y dos vecinos mientras pasea a travĆ©s de su propiedad en julio de 1854. La comunidad entera se volcĆ³ en buscar al agricultor en vano, pero el hijo de Williamson jurĆ³ que escuchĆ³ los gritos fantasmales de su padre que emanan desde el campo durante varias semanas despuĆ©s de su extraƱa evaporaciĆ³n.

PodrĆ­a seguir y seguir con casos como el anterior, pero creo llegado el final. 

CONCLUSIƓN:

Tengo un lado incrĆ©dulo y me doy cuenta de que mucha de la informaciĆ³n en este caso es difĆ­cil, si no imposible, de justificar.

Parece claro que muchos de los detalles que rodean a estos eventos se han convertido, retorcido y exagerado en los Ćŗltimos 7 aƱos.
Sin embargo, si recortar la enorme cantidad de 2.000 personas desaparecidas a sĆ³lo los originales 30 almas que se decĆ­a que habĆ­an desaparecido, y el retroceso de todo el cementerio a un solo cadĆ”ver, lo que queda es todavĆ­a uno de los mayores misterios de los tiempos modernos.

Sea lo que sea lo ocurriĆ³, lo cierto es que en algĆŗn momento de noviembre de 1930, aproximadamente 30 hombres, mujeres y niƱos-que justo un dĆ­a antes estaban trabajando y jugando, rodeados de sus seres queridos y las comodidades del hogar - al parecer abandonaron sus moradas y desaparecido de la faz de la Tierra.

A pesar de las protestas airadas de los detractores, este misterio sigue vivo , y si bien nunca podamos saber si esas pobres almas fueron asesinadas, transportados a otro mundo o, simplemente, se metiĆ³ en otra dimensiĆ³n diferente, podemos tener la esperanza colectiva que donde quiera que estĆ©n, terminaron en un lugar mejor que este. 


Informa: http://laeradeaquario.blogspot.com.es
Fuente: http://despiertaalfuturo.blogspot.com.es

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