Los conspiranoicos no estamos locos
Y si esto es asĆ, Āæpor quĆ© no todos somos conspiranoicos? Dentro de nuestro cerebro hay un conflicto de dos fuerzas. Una de ellas es el impulso nativo, instintivo, de ver todo como una amenaza. El otro es nuestro pensamiento racional, que analiza los hechos, los procesa segĆŗn la los conocimientos adquiridos y nos proporciona una valoración real del peligro existente.
Veamos dos ejemplos que ilustran lo expuesto.
David Icke es un teórico de la conspiración britĆ”nico conocido por afirmar que la mayorĆa de los lĆderes mundiales son en realidad extraterrestres reptiles disfrazados. Pero David hace una āvida normalā, viaja, vende libros, da conferencias, y no estĆ” internado en un manicomio, como cabrĆa esperar de alguien que hace semejantes afirmaciones. La razón es que probablemente no es un enfermo mental en absoluto. Su cerebro estĆ” haciendo exactamente lo que se supone que deberĆa de hacer. Ćl ve a un grupo de hombres poderosos, y su instinto le sugiere que esas personas tienen un propósito siniestro. Algo similar ocurre en las reuniones del G-8 o de los Bilderberg. A muchos seguro que se les pasa por la cabeza un pensamiento similar a este: āApuesto a que saben algo que yo no sĆ©, que me afecta y que me encantarĆa saberā.
La diferencia entre un individuo conspiranoico y otro que no lo es, es la fuerza de la otra lĆnea de pensamiento, la racional. Esta depende de las experiencias de cada uno y del conocimiento acumulado durante su existencia, y segĆŗn sea esta fuerza, podrĆ” neutralizar o no el temor instintivo ante lo que nos asusta.
El segundo ejemplo es sobre la industria farmacĆ©utica. Al contemplar un grupo de empresas poderosas y muy rentables económicamente, nuestro cerebro nos alerta ante la posibilidad de que tengan objetivos ocultos, como exterminar a la población o causarnos enfermedades, para enriquecerse al curĆ”ndonos con sus medicamentos. DespuĆ©s le pasamos el filtro racional, que sopesa analĆticamente el peligro real de esta amenaza. Pero lo cierto es que la gente de la calle tiene muy poca información sobre el funcionamiento de la industria farmacĆ©utica, y sĆ que tiene acceso a noticias en las que narra cómo se han tenido que retirar medicamentos por ser perjudiciales, o cómo unas vacunas han provocado daƱos a algĆŗn colectivo especĆfico. Esto hace que esta amenaza sea tomada como plausible, mientras que la amenaza de que los gobernantes sean reptiles es tomada como una tonterĆa.
Cualquier teorĆa de la conspiración es un tono gris entre estos dos tipos especĆficos que delimitan es espectro, pero tanto el caso de David Icke que ve reptiles, o de un compaƱero de trabajo que evita vacunarse contra la gripe, son el resultado de un mismo proceso de pensamiento, en el que el cerebro hace el trabajo que ha aprendido a hacer durante la evolución de millones de aƱos.
Informa: http://laeradeaquario.blogspot.com.es
Fuente: http://laverdadconspiranoica.com
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